Solvay es una multinacional de
origen belga especializada en las industrias químicas. Creada en 1863 por el
belga Ernest Solvay, actualmente cuenta con su sede central en Bruselas
(Bélgica), y está considerada la empresa química más antigua del mundo y
actualmente la más potente de Europa.
Según su página web oficial cuenta con 119 fábricas en 52 países de 4 continentes.
Pero toda empresa líder esconde,
tras el liderazgo, un oscuro secreto. Y en el caso de Solvay, no es menos. Y se
trata, recurriendo a tácticas lamentablemente habituales en la industria, a
recorrer a la esclavitud.
PRIMERO, LOS CAMPOS DE
CONCENTRACIÓN:
Todos conocemos las secuelas que
trajo a Europa la Segunda Guerra
Mundial. Una de las más conocidas fue los controvertidos campos de
concentración que hubieron en la
Alemania nazi de Hitler y los
territorios posteriormente conquistados, los cuáles, entre otras cosas,
esclavizaban a la gente (generalmente personas contrarias al régimen político
de la época) a realizar trabajos forzosos en campos de concentración, y en
cuanto no eran ya personas útiles, ser ejecutados (normalmente mediante cámara
de gas).
El mismo gobierno nazi de Hitler
autorizó a varias empresas a usar dichos campos de concentración para
garantizarse una fuente de mano de obra barata (puesto que los presos no cobraban
de forma directa y sólo les administraban raciones de comida).
Y, entre otras empresas
involucradas en los campos de concentración estuvo la belga Solvay. En
concreto, Solvay estuvo, de forma documentada, esclavizando presos en los
campos de concentración de Buchenwald y de Dora-Mittelbau, ambos en la ciudad
de Bernburg (Alemania). Pese a que se desconoce el número de personas que
fueron esclavizadas por Solvay en aquella época, es algo que no se debería
permitir, y que tampoco consta que hubiese juicios por ello.
Y POSTERIORMENTE, APROVECHARSE DE
LAS ESCUELAS:
Y, ya en la actualidad, con la
conciencia de que la esclavitud está erradicada, Solvay la sigue ejerciendo.
Pese a no poder ser posible
documentar los 52 países en los que Solvay tiene presencia actualmente,
analizaremos el caso conocido en España.
Y es que, estando implantados
desde 1904, recientemente existen casos de esclavitud mediante la falsa promesa
de las prácticas empresariales para muchos estudiantes.
Y es que desde 2012 la factoría
de Solvay en Blanes (Provincia de Girona) tiene varios convenios para la
realización de las prácticas de estudiantes en sus instalaciones. Pero el
convenio es sólo la parte que le interesa a la empresa que se sepa.
Fábrica de Solvay en Blanes (Provincia de Girona). Fuente: Página web oficial de Solvay.
Y es que, tras los socialmente
bien vistos convenios de formación, Solvay encontró el chollo de la historia de
cara a obtener mano de obra barata (e incluso esclava) para sus instalaciones
industriales.
No sólo el terrible hecho de usar
estudiantes para trabajar gratis (y, además, realizando tareas no relacionadas
con sus estudios), si no además por recibir con los brazos abiertos grandes
subvenciones que la
Generalitat de Catalunya atorga a las empresas
que acogen a estudiantes en prácticas, aprendan o no la profesión.
A lo que a todo esto, Solvay en
ningún momento ha recibido ningún toque de atención al respeto.
CONTRADICIENDO SU PROPIO CÓDIGO
DE CONDUCTA:
Solvay tiene un código de
conducta ética disponible en su página web internacional,
disponible para todo el público para leer en un total de 12 idiomas, entre
ellos, el español.
Y, en muchos aspectos, este
código de conducta se contradice con lo que en la vida real realiza Solvay.
Respeto a la versión en español
de dicho código ético, en la página número 7 dicen textualmente “Solvay se esfuerza por mantener un entorno
de trabajo en el que las personas sean tratadas con dignidad, decencia y
respeto. Ese entorno se debe caracterizar por la confianza mutua y la ausencia
de intimidación, opresión y explotación. Los empleados deben poder trabajar y
aprender en un entorno seguro y estimulante. El logro de este objetivo es
esencial para la misión del Grupo. “
Dichos hechos, almenos en las
instalaciones de Blanes, en ningún momento son ni cumplidos ni respetadas,
puesto que, además de la explotación realizada a los estudiantes en prácticas,
tampoco reciben un trato respetuoso. También los estudiantes son objeto de
represión ante la posibilidad de que notifiquen al centro docente de las
irregularidades cometidas por la empresa.
En la página número 15 del mismo
código de conducta Solvay se vuelve a echar piedras sobre su propio tejado
citando el siguiente escrito: “Solvay se
compromete a respetar y a apoyar los
derechos humanos de sus empleados (…) tal y como está expresado en las normas
reconocidas internacionalmente, entre ellas la Declaración Universal
de Derechos Humanos. Además de la amplia gama de cuestiones relacionadas con
los derechos humanos y con el trabajo, incluidas en otras partes de este Código
Ético y en las políticas del Grupo, Solvay prohíbe toda forma de trabajo
infantil o trabajo forzado. Solvay se toma muy en serio cualquier indicio que
pueda indicar que los derechos humanos no son protegidos de forma adecuada
dentro de su ámbito de influencia o que pueda ser cómplice en la infracción de
los derechos humanos. (…)”
Hecho que tampoco cumple, puesto
que forzar a un estudiante a realizar en las prácticas tareas que no son las
suyas propias es un incumplimiento en toda regla de los derechos humanos.
Además del hecho de que tampoco Solvay ha iniciado ningún tipo de medida
correctiva para solucionar la explotación a la que somete a los estudiantes en
sus instalaciones, y por lo tanto, vuelve a contradecir su propio código de
conducta.
Además de la propia Solvay, la Generalitat de
Catalunya también es cómplice en el incumplimiento de derechos humanos que
realiza Solvay en sus instalaciones. Pese a no estar demostrado, no se podría
descartar el hecho de existir tratos de favor o sobornos entre Solvay y la Generalitat de
Catalunya para que se faciliten “esclavos” encubiertos cómo estudiantes en
prácticas que deberían aprender una profesión. Y que en otro apartado del mismo
código de conducta también especifican que Solvay no entra en asuntos políticos
ni tolera la corrupción ni el soborno hacía funcionarios o entidades
gubernamentales.
Todas las informaciones aquí
presentes han sido obtenidas, además de los enlaces presentes en este artículo
(marcados en color azul) de mis propias vivencias, puesto que yo fui uno de los
muchos estudiantes esclavizados por Solvay y que luego la Generalitat de
Catalunya encubrió estas conductas.